Por Roberto Sosa López
Nombre del tranvía que recorre la Elysian Fields Avenue en un barrio de inmigrantes en Nueva Orleans. Llevará a Blanche DuBois al apartamento de su hermana Stella quien está casada con Stanley Kowalski, un obrero de origen polaco. Blanche arriba a la vivienda con un enorme baúl en el cual esconde su decadencia; Blanche es una dama venida a menos, altanera, con delirios de grandeza, presumida y emocionalmente desequilibrada.
Un tranvía llamado deseo es considerada un clásico del teatro estadounidense, obra maestra del escritor Tennessee Williams, drama que le valió a su autor el Premio Pulitzer 1948; estrenada en Broadway el 3 de diciembre de 1947. En 1951 la película basada en la obra original, se estrenó con Vivien Leigh como Blanche, Kim Hunter, como Stella y Marlon Brando en el papel de Stanley Kowalski en los roles principales; dirección de Elia Kazan.
Esta enorme obra está dando funciones en el Teatro Julio Castillo con las actuaciones de Marina de Tavira, Rodrigo Virago, Astrid Mariel Romo, Ana Clara Castañón (dejó la producción, pronto dará a luz), Alejandro Morales, Mónica Jiménez, Federico Di Lorenzo, Diego Medel, Diego Santana y Patricia Vaca, bajo la dirección de Diego Del Río. La producción informa que las localidades están agotadas para esta temporada (esperemos que abran nuevas fechas).
¿Qué la hace tan atractiva al público que ve teatro? Inicia con el elenco completo sobre un espacio vacío, una plataforma de madera construida en medio del escenario con tres frentes hacia el público. Todos recorren este espacio, lo transitan y reconocen antes de habitar sus personajes. Después salen para dar inicio a la representación. Marina de Tavira entra por detrás de las butacas tirando un baúl, ya no en Marina, es Blanche DuBois.
Están los protagonistas de la historia con toda su carga emocional y complicada psicología; Stanley, machista y misógino, Stella sumisa y maltratada y Blanche, decadente, trastornada, adicta y alcohólica. Sin faltar los demás personajes que completan el drama. Sin embargo en esta versión Diego propone algo diferente a montajes anteriores del Tranvía. Stella encarnada por dos actrices (hoy solo una), disímil escenografía; canciones y música, abajo y sobre el escenario acompañan la anécdota. Sensiblemente distinta.
Cabe destacar el trabajo de los creativos. Jesús Hernández diseñador de escenografía e iluminación; el autor acotó la habitación con una delgada cortina que le permitía algo de intimidad a la huésped, acá la pared es imaginaria; una abertura de la plataforma resuelve el pudor de Blanche ante la mirada de su cuñado. La iluminación es un personaje más, maravillosamente bien diseñada.
Andrés Penella músico e instrumentista, toca el clarinete, acordeón, banjo y piano, artista cuyo talento y labor enriquece el montaje. El diseño de vestuario es de Jerildy Bosch, su trabajo con telas, texturas y colores contribuye al vestir a los personajes con propiedad según su característica, conforme a la historia y su época.
¿Qué le tiene que decir un Tranvía llamado deseo a las nuevas generaciones, a los jóvenes de hoy…? El diálogo sería desde la salud mental de la protagonista; misoginia, la homofobia, el machismo y rendición de la mujer. La obra se escribió en los años 40s del siglo pasado, podría ser anacrónica, no obstante nos toca fibras sensibles que a los humanos siempre nos estarán subvirtiendo. 25producción la presenta hasta el 1 de septiembre.
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