Por Roberto Sosa López
La famosa aria Nessun dorma del acto final de la ópera Turandot de Giacomo Puccini, cierra la obra. “Que nadie duerma…”. Junto con otras de grandes autores como Ravel, Wagner, Saint-Saëns, Verdi, Brahams y Ligeti forman parte de este espectáculo multidisciplinario que abraza la danza contemporánea, ópera y música.
El montaje se articula con cinco bailarines, piezas musicales a dos pianos y arias del repertorio clásico. El escenario lo cohabitan expresiones artísticas cuyo lenguaje es a través de expresión corporal, música y el Bel Canto. El talento se hace presente a través de la voz, el cuerpo y los teclados, todo perfectamente compaginado. El movimiento significa armonía, equilibrio que sana los sentidos.
“Que nadie duerma hasta hallar el nombre del príncipe desconocido…” Nadie duerma no tiene a la Princesa Turandot como protagonista; los personajes crean un espetáculo visual cuya estética se desborda del escenario. La obra no cuenta una historia, la ficción toma forma con un mosaico artístico creado con talento de quienes intervienen en la pieza.
Dirección artística y coreografías, Patricia Marín; dirección de escena, Leonardo Beltrán; escenografía e iluminación, Alejandra Escobedo; vestuario, Eloise Kazan; música diseño sonoro, Rogelio Marín.
Intérpretes: Espartaco Martínez, Itzhel Razo, Leonardo Beltrán, Tlatui Maza y Anivdelab Ponce. Karina Peña y James Pullés al piano y el tenor Rogelio Marín.
Las funciones son de jueves a domingo en el Teatro El Milagro hasta el 1 de octubre.
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