Por Carmen Zavaleta
Antes de que termine el 2024 vale reflexionar sobre Micrografía de lo humano, una de las puestas en escena que estuvo en temporada en el Centro Cultural Autogestivo El 77 durante el último trimestre del año.
La traigo a cuenta porque se trata del trabajo de un grupo de jóvenes que están en la búsqueda de su propio lenguaje artístico; pienso que cuando se está inmerso en el mundo teatral durante años solemos olvidar esas propuestas que nos hablan desde lo más profundo de cada generación por creer que ya lo hemos visto todo o porque nada más no nos tocan. Después de ver Micrografía, confirmo que siempre es necesario escuchar, observar y compartir lo que cada quien tiene que decir respecto a su punto de vista del mundo es así como podemos construirnos desde la escena y fuera de ella.
A la fecha la obra tiene siete años de vida y más de sesenta funciones lo que deja ver un constante trabajo por mantenerse. Escrita y dirigida por Mireille Franco cuenta con las actuaciones de Mariana Muñiz Nieto, Carla Rodríguez, Saúl Eiyer y la propia Franco, quienes presentan cuadros en los que exploran temas como la ansiedad, el enamoramiento, el sexo y la soledad en la tercera década de vida en las voces de los personajes La mujer que ama, La mujer sin sonrisa, La mujer que busca y El hombre con prisa. Que los personajes no tengan nombre abre la posibilidad de que sus conflictos sean comunes a cualquier ser humano pues desde la dramaturgia se plantean hechos particulares que se proponen como universales. Con esta estructura la dirección trabaja en un montaje basado en el trabajo corporal y vocal en el que cada protagonista forma parte de un conjunto casi despersonalizado, los vestuarios son en colores neutros y en la escena cada intérprete relata momentos de vida que han llegado a puntos límite. La estrategia funciona para empatizar con el público y va más allá: la dirección propone que al final de la función cada actor y actriz compartan sus propias experiencias y abre el espacio para que el público haga lo mismo lo que sitúa al montaje en la arriesgada línea entre el teatro y la terapia y coloca al equipo ante la posible necesidad de contener al público, lo que desvía la atención de la propuesta de origen.
Durante la representación en esta temporada, el equipo actoral mantuvo la energía y la convención que construyeron en el espacio que en el caso de El 77 se trató de un cuarto pequeño en el que el grupo estableció y mantuvo lo íntimo del relato en forma adecuada. La música en vivo a cargo de Carlos Aguayo contribuyó a la creación de esta atmósfera y dió un toque lúdico creando un buen equilibrio.
Finalmente, el equipo creativo cuenta con el Diseño de Iluminación de Kenia Castillo y la producción es de Tormentaria Producciones, es probable que la puesta tenga una nueva temporada en el 2025.
Fotografías: Cortesía de la producción.
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