Por Roberto Sosa López
Es ama de casa joven y viuda, adicta a la música y al cine, y sin tiempo para el amor, su prioridad es trabajar mucho para darles lo necesario a sus tres hijos. Son los años cuarenta, en los cines se estrena King Kong, un enorme gorila con fuerza descomunal; en su imaginación podría ser la señora Kong, así tendría su ímpetu y fortaleza.
La obra nos remite a una época donde las mujeres dejaron de usar medias de nylon diseñadas con una línea en la parte de atrás (se paralizó su uso, la producción fue declarada exclusiva para la fabricación de materiales de guerra), para aparentar que sí las traían puestas se pintaban la raya sobre la piel de sus pantorrillas. La máquina Singer para zurcir la ropa formó parte del mobiliario en los hogares de aquellos años.
La señora Kong es una hermosa historia llena de nostalgia que nos habla de una familia donde la madre se hace cargo de mantener, educar y pasear a sus tres hijos, dos hombres y una mujer. Y no podría faltar el pretendiente que hace lo imposible por atraer su atención. Vestuario, música y con pocos elementos escénicos, el relato nos atrapa y nos regresa a los años cuarenta del siglo XX, cuando el tiempo caminaba a otro ritmo.
En tiempos donde la escena teatral se abastece con temas sobre desapariciones, violencia y crimen organizado, La señora Kong en un respiro, una bocanada de aire que nos llena la memoria de recuerdos, sin caer en el trillado discurso de que "tiempos pasados fueron mejor".
Autoría y dirección, Ignacio Escárcega; actuaciones Karen Alicia, Alfredo Monsiváis, César Alcázar, Nadia Cuevas y Enrique Aguilar. Dirección musical, David Almaga; escenografía, Teresa Alvarado; iluminación, Thalía Palacios; imagen Eduardo barrera.
El Colectivo Escénico El Arce la presenta en el Teatro El Milagro los viernes a las 20:00, sábados a la 19:00 y domingos a las 18:00 horas hasta el 26 de marzo.
Comments