Por Roberto Sosa López
Es una joven y hermosa viuda que se enamora de Antonio, un humilde intendente. La acción se desarrolla en la corte italiana de Malfi entre 1504 y 1510. El Cardenal y Ferdinando hermanos de la Duquesa no están dispuestos a perder la herencia de su hermana, se sienten deshonrados con esa relación, están decididos a no permitir el amor de la pareja. Para este propósito contratan a Bósola para que espíe a la duquesa.
La duquesa se casa en secreto con Antonio, le da tres hijos antes de que su matrimonio sea descubierto. Ferdinando loco y obsesionado por su hermana, la amenaza de muerte. La duquesa y Antonio intentan huir para proteger a sus hijos, fraguan una mentira que les traerá aciagas consecuencias. La intriga crece dentro de la corte, las pasiones desbordan a los protagonistas de esta sombría tragedia.
El autor es John Webster (Londres 1578 – 1634), dramaturgo inglés de la época de jacobina, conocido sobre todo por dos oscuras tragedias El demonio blanco (1612) y La duquesa de Amalfi (1614). Dos obras caracterizadas por la fuerza de los personajes y la tensión dramática, con diálogos que testifican el talento dramático de este autor, considerado como uno de los grandes del teatro isabelino.
La dirección y movimiento escénico son de Ruby Tagle. La puesta en escena inicia así, todos los personajes habitan el escenario moviéndose sobre un escenario semivacío, la agitación que se murmura es una analogía con la historia que está a punto de iniciar. Ruby aborda la dramaturgia desde una visión peculiar; su trabajo se equilibra con la producción. El montaje bajo su conducción conjunta acertadamente los dispositivos que edifican la tragedia.
El reparto lo encabeza Paulina Treviño (duquesa de Malfi), Jorge Avalos (Cardenal), Everardo Arzate (Antonio), Daniel Martínez (Bósola), Sonia Couoh / Mariana Estrada (Julia y Cariola), Jose Carriedo (Ferdinando), Coral de la Vega (Delio), Antonio Peña (Doctor y Castrucio), Katya Bizarro (Conde Malatesta) y Juan Pablo Aguayo (Grisolán). Las actuaciones aún no están en el mismo nivel; Ávalos, Arzate y Martínez las mejores interpretaciones. El combate escénico aún no está bien esgrimido.
Cabe destacar el trabajo de Paulina Treviño, fuerza dramática, color y rigor para interpretar a la duquesa. Además de talento, la experiencia de haber pisado las tablas de innumerables escenarios le otorga herramientas que le permiten construir de esta forma su personaje. La protagonista de esta historia con Treviño está bien representada.
La duquesa de Malfi es una tragedia por antonomasia, no le pide nada a una escrita por Shakespeare. Las pasiones que detonan el drama al igual que a los personajes shakespearianos, son las mismas que nos mueven hoy después de cinco siglos de haberse escrito. Los personajes ficticios son tan reales que se salen del escenario.
Traducción, Daniel Martínez; adaptación, Daniel Martínez y Ramón Márquez; dramaturgia Miguel Cooper; escenografía e iluminación, Jesús Hernández; vestuario, Carlo Demichelis; diseño sonoro, Emil Rzajev Lomeli. Producción Daniel Martínez. Las funciones son en el Teatro Helénico de viernes a domingo hasta el 14 de abril.
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