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Foto del escritorPREMIOS ACPT

"JULIETA TIENE LA CULPA", TUVO LECTURA EN LÍNEA

En espera de su estreno, “Julieta tiene la culpa”, de la dramaturga y directora de teatro bajacaliforniana Bárbara Colio, hizo su presentación en línea esta semana mediante una lectura dramatizada en la que participaron a distancia las integrantes del elenco original, quienes aún no han podido llevarla a escena por más que la tengan al dedillo, según quedó de manifiesto.


Las actrices Verónica Merchant, Carmen Mastache y Sofía Sylwin, con Ivonne Márquez en su papel de asistente de dirección y la presencia de la autora del texto, se reunieron por medios electrónicos para brindar un espléndido anticipo de lo que verá el público el día que la obra suba al tablado.


El estreno nacional de “Julieta tiene la culpa” estaba programado el 28 de marzo de hace un año en el Centro Cultural Tijuana, institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, de donde partiría a la Ciudad de México para hacer temporada en el Centro Cultural Helénico, pero una semana antes sobrevino el confinamiento provocado por la pandemia, lo que impidió que llegara a consumarse.


Difundida por Teatro UNAM en sus redes sociales, la lectura de la obra de Colio logró transmitir, en las voces dramatizadas de las actrices, la convicción de que cada una está en plena posesión de su papel y que existe una comprensión compartida del sentido que la autora imprimió a su texto.

Teatro dentro del teatro, “Julieta tiene la culpa” se desarrolla en el vestíbulo de una sala en la que se representa un clásico del teatro universal y donde comparecen tres personajes femeninos extraídos de otras tantas obras del género: Blanche Dubois de “Un tranvía llamado deseo” de Tennessee Williams; Nora Helmer de “Casa de muñecas” de Henrik Ibsen, y la aspirante a actriz Nina Zarechnaya de “La Gaviota” de Antón Chéjov.


Se trata de mujeres emblemáticas del teatro universal, pero también de mujeres atrapadas en historias escritas por hombres, incluso aquella que las ha llevado a encontrarse en ese lugar, pues la obra que con tanto empeño y por distintas razones desea presenciar este trío de mujeres no es sino otra historia escrita por un hombre: “Romeo y Julieta”.


Cada una ha llegado por su lado y las tres desconocidas se encuentran ante las puertas de la sala de teatro a la que no pueden ingresar, lo que da pie al desarrollo de diálogos en apariencia casuales y al principio sin una dirección clara, pero que gradualmente van dejando emerger el rumbo que seguirá la pieza.


“Si no te dejan entrar a la obra de teatro que quieres, invéntate una, sé la protagonista”, parece ser el razonamiento intuitivo de las mujeres, pues a fin de cuentas, no hay que olvidarlo, son personajes de teatro, pero al mismo tiempo no dejan de ser mujeres representando mujeres, quienes charlan, beben, bailan… y, al calor de las palabras que cruzan entre sí, se dicen unas a otras “sus verdades” colocándolas de frente a su condición de mujeres-personaje en manos de hombres-escritores.

Con subidas y bajadas emocionales que las tres actrices manejaron con destreza a partir, en esta ocasión, de su sola voz, los diálogos entre ellas van encauzando el drama hacia un cuestionamiento de la idea del amor romántico, de la que Julieta, el personaje de Shakespeare, es una de sus representaciones supremas en el teatro universal y al que ellas han acudido a presenciar, junto a Romeo, en aquella sala de teatro a la que no pueden entrar.


A diferencia de las obras de las que han sido extraídas Blanche, Nora y Nina, la historia de su encuentro que ha imaginado Bárbara Colio, es enteramente femenina, no solo por la referencia obvia a ella como autora, sino por la naturaleza de las preocupaciones e inquietudes que mueven a los tres personajes y que se dejan traslucir en sus diálogos y actitudes, pues las tres comparecen aquella noche con la secreta intención de sacudirse la fatalidad de un destino impuesto por otros.






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