Por Fernanda Albarrán
Conforme la tecnología avanza y las inteligencias artificiales se parecen más a los humanos, los artistas escénicos nos preguntamos: ¿seremos remplazados por robots? “Inteligencia actoral” de Flavio Gonzáles Mello también director de la obra, es una gran disertación que desmenuza dicho dilema de una manera gozosa.
Paco, un joven actor, renuncia a una obra de teatro a diez días de estrenar porque le sale la oportunidad de grabar una película en el extranjero. El enojo de su director es evidente, pero a Paco se le ocurre la gran idea de dejar en su lugar a su remplazoide, un robot que se llamará Paquito. El remplazoide se quedará en su lugar y aprenderá de todas las formas que su algoritmo le permita cómo ser mejor actor.
Esta obra de teatro, desde un gran manejo del tono cómico, pone la pregunta sobre las tablas ¿Cuál es la importancia de la humanidad en el teatro? Por un lado, vemos que la gran inteligencia y la practicidad del robot ayuda a la precisión necesaria en el escenario, sin embargo, es eso mismo lo que no deja que surjan la espontaneidad y la sensibilidad necesarias para que el teatro suceda.
El protagonista de la obra, Paquito, es interpretado por Roberto Beck, quien despliega aquí su gran versatilidad actoral, pues nos muestra por un lado a Paco, un joven actor muy despreocupado y fanfarrón, mientras que Paquito es controlado y exacto. El resto de elenco Carlos Aragón, Diana Sedano, Fernando Rebeil, Elena del Río, Dobrina Cristeva, Verónica de Alba se posiciona a la altura y sostienen la comedia, los tonos necesarios y la profundidad debida para que toda la obra funcione. Esto habla de una gran dirección que atina a tocar una reflexión pertinente, actual y lo hace de una forma amena y fácil de comprender. El equipo creativo: diseño de escenografía e iluminación Jesús Hernández, diseño de vestuario Pilar Boliver, diseño sonoro y música original Jorge David García y Enrique Arriaga Celis, d iseño de caracterización, máscaras y títere Jorge Siller y movimiento escénico Marco Antonio Silva.
Estéticamente la obra apuesta por un escenario dentro de un escenario que se ilustra con andamios y pallets. Dichos son desplazados sin justificación alguna por los técnicos de teatro durante las transiciones, solo un momento de contemplación al cambio de la escenografía y la escena. Éste me parece uno de los pocos desaciertos de la obra, pues cada larga transición hace que el ritmo de la obra caiga, además de que las escenografías grandes y estorbosas me parecen cada vez más innecesarias. En realidad, dicha obra podría haber sido realizada con uno de todos esos andamios o en un escenario vacío, aprovechando la metateatralidad que la obra posee.
“Inteligencia actoral” es una gran reflexión amorosa sobre el teatro y la sensibilidad que se necesita para hacerlo. En el teatro lo artificial no tiene lugar, en el teatro, se necesita vida.
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