Por Roberto Sosa López
Un jodido actor de teatro está a punto de estrenar Hamlet de W. Shakespeare, pero recibe la oportunidad de trabajar en una película, la producción la rodará en un país africano. Lo tiene decidido, le comunica al director del montaje que se irá una semana, tiene un plan, contratar los servicios de un suplente robot; el reto es que sus compañeros y público asistente no lo noten.
El más preocupado es el director de la obra, la temporada está por dar inicio y no tiene opción, dará a un androide el papel más emblemático del teatro. El autómata se aprende perfectamente su personaje, obedece todas las indicaciones, no se equivoca. Esto es lo que preocupa al director, su “actor” principal es insensible, sin emociones. El estreno de Hamlet es inaplazable. “Ser o no ser", con humano o robot; con Shakespeare se puede hacer y deshacer.
La autoría y dirección son de Flavio González Mello, su dramaturgia vislumbra lo que puede ser el teatro en un futuro no lejano, el remplazo de actores por androides, es decir por “Inteligencia actoral”. La obra es una comedia inteligente, bien producida y bien montada; cuenta con las excelentes actuaciones de Carlos Aragon, Roberto Beck(su mejor actuación), Dobrina Cristeva, Diana Sedano, Fernando Rebeil, Verónica De Alba y Elena del Río.
La puesta en escena es el futuro con todos sus adelantos técnicos que dialoga con un dramaturgo que escribió siglos atrás su obra más representada. El reto para una máquina es remplazar a un actor de teatro, donde la sensibilidad y emociones son propias, fundamentales del ser humano.
Escenografía e iluminación, Jesús Hernández; vestuario, Pilar Boliver; música, Jorge David García y Enrique Arriaga; caracterización de máscaras y títeres Jorge Siller; movimiento escénico, Marco Antonio Silva. Las funciones son en el Teatro Helénico de jueves a domingo en los horarios habituales, hasta el 19 de marzo.
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