Por Roberto Sosa López
Sostenerse en el aire y aterrizar. Una sobrecargo explica de forma sencilla las leyes de la física aeronáutica las cuales hacen posible que un avión despegue, vuele y aterrice. Paloma Rodríguez es una actriz desempleada que vive en un país caluroso, adicta al internet se relaciona con un hombre a través de un chat, él vive en un país lejos y muy frío. ¿Qué tienen en común las dos mujeres…?
Las primeras escenas nos muestran imágenes de un avión de forma fragmentada, como fragmentado es el relato que nos habla no solo de instrucciones para volar, aborda otros temas producto de la fantasía del personaje. El monólogo es una buena excusa para que la actriz Karina Gidi nos muestre su gran talento histriónico, su actuación es impecable, sin duda, sin embargo creo que la historia no conecta con el público.
La puesta en escena regresa a 25 años de su estreno –dice el boletín de prensa-, se hicieron las adecuaciones necesarias para contar esta historia con las formas en que la modernidad relaciona a las parejas de hoy, hace un cuarto de siglo era novedad, en el presente es normal conocer gente vía el Facebook, X, Instagram y demás plataformas que acercan a las personas de forma virtual, lo cual hace del amor eso… una virtualidad.
Instrucciones para volar es biodrama, comedia, lecciones sobre la aviación y un gran trabajo de la protagonista. Cuenta con una buena producción, escenografía, iluminación, vestuario y un música en vivo, sin embargo traer de vuelta una obra después de 25 años me pregunto ¿qué le dice hoy al espectador? ¿Cuál es la pertinencia…? Habrá que preguntarle a quién salga de ver una función, yo no tengo respuesta.
La obra la escriben Karina Gidi y José Antonio Cordero, actúa Karina y José Antonio dirige. Escenografía, Guillermo Méndez; iluminación, Ingrid Sac; música original, Mariano Cossa; vestuario, Mario Marín del Río; música en vivo Yurief Nieves. Las funciones son en la Sala Xavier Villaurrutia del 16 de enero al 9 de febrero.
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