Por: Raúl Adalid Sainz.
De cuando el teatro nos hace decir que es necesario pensar para entender la vida que nos tocó vivir.
Siempre que voy a ver una obra de Luis De Tavira, sé que recibiré un significado urgente, un mensaje de vida. Una invitación a una profunda reflexión.
Vi por segunda vez la obra alemana "Furor", de Lutz Hubner y Sara Nemitz. Texto de una enorme contemporaneidad y potencia universal. ¿Por qué? Cuando las obras dramáticas conllevan un enorme significado de lo que es el vivir actual, lo inesperado, un accidente fatal, que exige respuestas, un acuerdo de ayuda económica y moral para sanear la conciencia, el miedo a afrontar las consecuencias de la vida, la drogadicción en la juventud, la culpa de una madre a saber en qué se falló en la educación de un hijo adolescente, la confrontación de ideas y sentires de un ciudadano común con un político aspirante a alcalde.
El no entenderse, la tentación de la violencia, el no escucharse; ese tono de vida, que tan bien conocemos en México, de la lejanía y falta de diálogo entre el gobierno con sus ciudadanos. La falta de comunicación generando la intolerable polarización. La posverdad generada por las redes sociales. El uso amoral de las mismas. Todas estas realidades son temas que toca esta obra llamada "Furor".
Una explosión del conflicto humano en este mundo que nos toca vivir. Sea este en Alemania o en cualquier país del mundo. Al espectador a esta obra nos toca reflexionar las causas, los por qués, y el reto a imaginar y albergar las posibles soluciones. Ante tal avalancha de ideas y conflictos, lo que me queda a preguntar es: qué puedo hacer yo desde mi realidad de vida. Mientras exista la preocupación del ser por lo humano estamos ante una vereda de esperanza. Esa es la profunda respuesta que espera el teatro del público que contemple el mirador de "Furor".
Una obra que invita al espectador a pensar desde su propia realidad. A que mantenga un diálogo consigo mismo. A que sea crítico de sus marcos de vida, y en la apertura debata con su ser el mundo que le ha tocado habitar.
Luis De Tavira, hace de estas ideas toda una traducción en su discurso escénico. Su espacio tiene un significado. La dirección de actores señala mundos inquietantes a vivir, para el actor y para el espectador. Un director que jamás ilustra, señala rutas subtextuales, crear y aflorar lo invisible del texto.
La labor actoral es impecable. Stefanie Weiss, quien además hace la espléndida traducción, vive la angustia, dolor y miedo, de su personaje "Nele". Es la madre preocupada de un hijo que en su accidente modificará su existencia. Una actuación más allá de la victimización, viviendo la inmensidad de un inesperado asalto emocional. Juan Carlos Vives, el político en campaña, lleno de matices y contradicciones. Un funcionario público, con preocupaciones sociales, que sabe que la democracia sea quizá el único camino de gobernabilidad. Pero sabiendo que al final de cuentas todo es una utopía. Profundo y comprometido trabajo de Juan Carlos; vive una gran madurez de actor.
Rodrigo Virago, valiente, entregado en la energía del furor de un mensajero que exige respuestas a la injusticia de vida que le tocó vivir. Gran fuerza interpretativa de Rodrigo. Un actor con grandes alcances de crecimiento. Hoy, da con "Furor", un muy sólido paso. La labor de ensamble de Cecilia Sordo Morán, llena de creatividad y entrega. Gran trabajo escenográfico y de iluminación de Jesús Hernández, quien hace del departamento de un multifamiliar, un espacio vivo, es un personaje más lleno de universos.
"Furor", se presentará en el Teatro Julio Castillo de jueves a domingo, por un mes. Recomiendo ampliamente este extraordinario montaje. ¡Gracias a todo este equipo creativo, por una magnífica noche de teatro!
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
Imágenes Roberto Sosa López
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