Por Roberto Sosa López
A cuyo paso Blanco intentó arrojarse, Negro logró evitar el suicidio. Lo lleva a su casa después del encuentro en la estación del metro. Blanco es un intelectual leído, nihilista y ateo; para Negro es un maestro a quien admirar, no comprende por qué intentó arrojarse al paso del tren. Negro es un ex convicto, cristiano y evangélico. Sobre la mesa inician un debate sobre la existencia de Dios, el derecho al suicidio y el sufrimiento, la discusión es con una Biblia de por medio.
El encuentro reúne inclinaciones, corrientes diametralmente distintas. Blanco y Negro, por el color de su piel, no pensar igual, luz y oscuridad. Los dogmas y la fe son puestos en duda. Para los cristianos un ser humano en problemas se le debe dar apoyo, convencerlo de la palabra de Dios. Para el ateo la vida dejó de tener sentido, vivir es un despropósito y para él Dios en un invento. El departamento de Negro es un círculo del cual Blanco quiere escapar, para lograrlo deberá argumentar la inexistencia del Creador.
El último tren es una adaptación de The Sunset Limited, del escritor Cormac MacCarthy (EE.UU. 1933-2023). Un poderoso texto que subvierte por el tema que aborda y los razonamientos que los dos protagonistas esgrimen. El eje temático es la religión, la tensión dramática está en el pensamiento de dos hombres que perciben la vida en Blanco y Negro, en polos opuestos.
La adaptación y dirección es de Luis Angel Gómez, un trabajo interesante en ambas tareas; la adaptación nos acerca la sicología de los protagonistas, desde una mirada que tiene en la fe cristiana su centro. La dirección es limpia, se apoya en el trabajo actoral y deja fluir a través de las actuaciones el contenido y peso del texto. Una escena que ilustra su buen desempeño es el momento en el cual una teoría se impone a la otra, los personajes se estremecen, sucede en ellos, en consecuencia sucede en el espectador. Buen resultado.
Las actuaciones son de Rodolfo Guerrero y Rodrigo Vázquez, dos actores con vocación y compromiso con el teatro. Su desempeño es equilibrado, en ambos habita su personaje, el cual crean y construyen apropiadamente. Lo que acontece sobre el escenario es un duelo de actuaciones; matizan, hay rigor y fuerza. Ahí está en nihilista y el cristiano perfectamente bien representados.
El último tren es teatro que nos atrapa y sacude, lo que se expresa en la escena nos atraviesa; la cercanía del público con el escenario, con la dramaturgia lo logra. La fe en la religión, en Dios; el libre albedrío, el derecho a quitarse la vida son temas que nos confrontan, y por la forma en que lo hacen en esta obra es perturbador, trastoca y pone en duda los dogmas que nos fueron instruidos.
Traducción, Gerardo E. Capetillo Pasos; escenografía e iluminación, Bryan Guerrero; vestuario Brisa Alonso; diseño sonoro, Eduardo Villarreal y Jacques Almazán. Producción, Gerardo Capetillo Pasos. Funciones en el teatro El Milagro de jueves a domingo hasta el 8 de septiembre.
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