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Foto del escritorRoberto Sosa López

COMO APRENDÍ A MANEJAR

Por Roberto Sosa López


A no permitir el abuso y librar el deseo que provocaba a su tío. Es una cálida noche de verano, es 1969, Cosita acepta que su tío Peck la lleve en el auto nuevo para enseñarla a manejar. El acercamiento es inevitable, un hombre maduro seduce a una adolescente con diecisiete años de edad. Con una sola mano y por encima de su blusa, le desabrocha el sostén. ” ¿Puedo besarlas….?”.


Como aprendí a manejar. Foto Roberto Sosa López

La historia transcurre dentro de una familia promedio -papá grande hace burla de sus sobresalientes senos- en un pueblo de Maryland, son los años sesenta del siglo XX. La joven encontró en su pariente el apoyo y comprensión que su padre no le confirió; su tío aprovecha esta situación para seducirla. “La pedofilia no tiene que ver con pedalear una bicicleta…”.


Con más de treinta años Cosita narra al público los sucesos, sus recuerdos son una parábola en el tiempo, evoca como aprendió hacer los cambios en el motor del automóvil; primera, luego segunda; en reversa. Los 17 y luego 18 años; hacia atrás con 13 y 11 años. Los cambios en el tiempo detallan la edad de la protagonista; aprendió hacer los cambios en la caja de velocidades y aprendió a perdonar. La analogía es concluyente.


El relato inicia con la melodía “Dedicado a quien amo” (Dedicated to the One Love, The Mamas & The Papas 1967). Un fragmento dice: “Mientras estoy lejos de ti, mi bebe”. “Susurra una pequeña oración por mí, mi bebe”. “El amor nunca puede ser exactamente como queremos que sea” “Dedicado a quien amo…” La letra de la canción precisa lo que Cosita vive. La melodía evoca los años 60s, con todo el peso emocional que eso provoca.


Como aprendí a manejar. Foto Roberto Sosa López

La dramaturga estadounidense Paula Vogel (Indecente) ganó con Como aprendí a manejar el Premio Pulitzer por mejor obra de teatro 1998. La obra examina cuestiones como el abuso sexual, especulando circunstancias emocionales y una estructura narrativa con la protagonista hablándole al espectador. La tensión dramática se centra en la relación de la joven y su tío.


Angélica Rogel dirige la obra, identifica perfectamente a los personajes, define la época y los lugares donde se desarrolla la historia; se apega al texto y su narrativa. Cuida a detalle y con rigor el trabajo del elenco, logra que cada uno esté en su personaje y la forma en que habrá de encarnarlo; sorprendente el resultado. Logra un buen montaje, deducción que es producto de su experiencia y talento.


Las actuaciones son de Cassandra Ciangherotti, Juan Carlos Remolina, Maha Sanchez (Mahalat Sánchez), Pablo Perroni y Luz Olvera / Vaita Sosa. Es un buen trabajo, nivelado y riguroso. Cassandra y Juan Carlos son los protagonistas, los demás son hombre coro y mujeres coro. Cabe destacar el excelente trabajo de Cassandra. Es sorprendente la forma en que da vida a las distintas Cosita que aparecen en la historia; es una cuando tiene trece años, otra con diecisiete y con más de treinta años, en todas lo hace excelente; le creo cuando se emborracha, cuando se deja seducir, cuando cuestiona y perdona. Magistral su trabajo.


"Como aprendí a manejar" es teatro de autor cuya historia incomoda por el tema que aborda (si el teatro incomoda, está cumpliendo su propósito). El abuso sexual dentro del núcleo familiar siempre será un tema escabroso, abrupto. Y qué mejor si se aprecia con el trabajo una actriz que le crees, que te conmueve y que terminas por ovacionar. Y la melodía que abre y cierra el espectáculo es simplemente alusiva.


Producción Woo Films y Óscar Uriel. Escenografía, Daniela García Moreno; iluminación, Patricia Gutiérrez; vestuario, Libertad Mardel; diseño de audio o sonoro, Antonia Suillerot. Las funciones son en el Foro Lucerna de viernes a domingo hasta el 18 de agosto.




Como aprendí a manejar. Foto Roberto Sosa López

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