Por Roberto Sosa López
Para regresar en el tiempo y volver al súper mercado antes de lo acontecido. Valeria supervisa la mercancía, están a punto de cerrar; Margarita es asesora financiera de un banco, sabe que Valeria solicitó un crédito, está dispuesta a darle información que tiene a su alcance. En el altavoz se escucha que llaman a Valeria terminar su tarea, la tienda está bajando sus cortinas, ella voltea a ver la cámara, pide un poco de tiempo está a una clienta, la voz le dice que no ven a nadie junto a ella.
De Gustavo Ott (Caracas; 14 de enero de 1963) Cinco minutos sin respirar es una obra utópica que se estructura con dos personajes cotidianos que habitan una realidad paralela en el tiempo. Ott crea un juego donde las protagonistas viven dos momentos que entrelazan un suceso en tiempo real y otro ficticio. La simulación atrapa al espectador dentro de un relato con tintes de humor negro.
La dirección es de Isael Almanza, guía y cuida de forma acertada a estas dos jóvenes; su labor es nivelada en relación con la dramaturgia y producción. Trabaja el texto de Ott desde una perspectiva que permite al público adentrarse en la historia. Me llamó la atención que al momento en que termina cada escena se va a oscuro total, y una parte de los asistentes aplauden, como si fuera el final, y no, esto da pie a que las actrices se levanten a seguir con la representación. Podría ser un recurso chaquetero y no, valdría también que sea uno bien pensado.
Cinco minutos sin respirar es ópera prima para las actrices Ximena Olivera y Lizeth Goca pertenecientes al colectivo Sanateatro. Con esta obra hacen su debut sobre los escenarios profesionales, su falta de experiencia sobre las tablas la suplen con entrega y rigor al encarnar a Valeria y Margarita respectivamente. Lo que sucede dentro de ellas sucede en el espectador. Creo lo que están representando.
La obra es teatro que dialoga con la literatura; nos habla de soledad, relaciones rotas, empatía y violencia dentro de un escenario que juega con el aquí y ahora, el presente y pasado. La pregunta queda en el aire. ¿Qué haríamos si podemos regresar el tiempo? En cinco minutos nos cambia la vida y la podemos perder en segundos. Dos mujeres en la cotidianidad, en el día a día en un súper mercado nos muestran como podría ser esto que plantea el autor.
La puesta en escena está bien montada y bien lograda. Diseño de vestuario, escenografía y utilería, Adriana Ruiz “Clarisse Monde”; iluminación, Isael Almanza; audio, Fernando Pedret y María Paula Aguilera. Voz en off, María Paula Aguilera. Las funciones son los jueves en La Capilla Teatro a las 20:00 horas hasta el 6 de abril.
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