Por Roberto Sosa López
Trabaja de lunes a viernes en una escuela de la periferia, los fines de semana lo hace en casa de Doña Celina, una mujer adinerada. Para poder laborar en casa de Celina, Rosy oculta en una pequeña habitación a su hija María Juliana quien es descubierta por Antonio Pedro, hijo de Doña Celina.
Los alumnos de la escuela no cuentan con suficiente comida, un platillo de frijoles es su único alimento al día; en casa de Doña Celina sobran los comestibles, se desperdician. Para evitar el despilfarro Rosy decide llevar la comida a los niños del colegio, lo que sobra a los ricos se los da a los pobres, se convierte en una Robin Hood contemporánea.
Rosy es obra de la dramaturga brasileña Cecilia Ripoll, su texto fue nominado en 2018 al Premio Shell en Río de Janeiro, Brasil. Su obra en tono de comedia, es una mirada a las condiciones sociales y políticas que se viven en su país, realidad que acompañamos los países latinoamericanos, desigualdad, corrupción e injusticia. Rosy se escribió en Brasil y se representa en México, compartimos los mismos problemas.
La dirección y traducción son de Alejandro Velis, conduce acertadamente, cuida el tono y el desempeño de su elenco, sin embargo le faltó dar relevancia a la protagonista de la obra, la comida; le faltó despertar el sentido del olfato a los asistentes, ausentes olores y ni sabores. Lo escatológico para algunos está bien utilizado, para otros no, lo cierto es que no se puede dar gusto a todos.
El reparto lo integra Conchi León (Rosy), Antón Araiza (Antonio Pedro), Muriel Ricard (Doña Celina), Teté Espinoza (María Juliana), Juan Cabello (Renato Iñiguez / Carlitos Iñiguez Junior) y Romanni Villicaña (Carlitos Iñiguez Junior / Renato Andrade). Todos con probado talento, todos en gran nivel actoral, no obstante cabría destacar las actuaciones de Teté Espinoza y Antón Araiza; ella se divierte y divierte al público, su chispa es contagiosa, está formidable. Antón en este personaje demuestra una vez más su gran versatilidad.
Rosy es un divertimento con personajes hilarantes como un niño cagón y soplón; una madre gorda que le preocupa las infancias; una niña divertida y gritona y una mujer rica que le preocupa guardar las apariencias. Otro niño y el director de escuela. Es un pequeño universo que nos muestra un poco como pensamos y que comemos. En el espectador sucede la historia y eso se agradece.
Escenografía, Patricia Gutiérrez; iluminación, Víctor Zapatero; vestuario y caracterización, Anabel Ortega; diseño sonoro, Ian Reta. Las funciones en el Foro Lucerna los viernes a las 20:30, sábados 19:00 y domingos 18:00 horas, hasta el 26 de noviembre.
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